FALORDIA o FALORIA, ‘cuento, fábula, mentira’, arag. y murc. quizá catalanismos, falòrnia o falòria en catalán, falorge en el S. XIII, fr. ant. y med. falourde íd.; probablemente emparentado con el alto it. faloja ‘hoguera en señal de regocijo’, y el logud. falordia ‘festín, banquete, regocijo’; acaso se trate de una voz viajera, de procedencia griega (ưλοƔία ‘llamas’), que al penetrar en la Romania occidental caería bajo el influjo semántico de FALLĔRE ‘engañar’.

1.ª doc.: Aut., falordia.

Falordia es la forma recogida por los lexicógrafos aragoneses Peralta, Borao y Torres Fornés; el primero registra además faloría (errata, seguramente, por faloria), y faloria es la forma murciana (G. Soriano). En catalán tenemos, con el mismo significado, falòrnia en el Principado e Islas, falòria en el País Valenciano [1776], Tortosa y el catalán del Bajo Aragón (BDC III, 97; IX, 71). Hay relación evidente con el fr. ant. y med. falourde «tromperie, grosse plaisanterie», bastante frecuente en los SS. XIII-XVI (FEW III, 388a), prov. falourdo (también alterado en falibourdo, rodanense falabourdo, por influjo de bourdo ‘mentira’). Éste podría ser una especie de derivado de FALLĔREengañar’, pero entonces las formas iberorromances debieran ser galicismos, a causa de la -l-; por otra parte, el sufijo -ourde no es claro, y finalmente una forma falorge («no creats nuyla falorget» asonando con corda) se halla ya en catalán en el S. XIII (Set Savis, v. 530: Mussafia, Denkschriften der Wiener Akad. XXV, 231).

Sobre todo es inverosímil separar nuestro vocablo, y especialmente el antiguo falorge (mera grafía de falorja), del b. lat. falodia, fallodia, fallogia, que aparece media docena de veces en textos de Bergamo, Piacenza y Este, desde 1386 a 1447, con el sentido de «faces in signum laetitiae accensae» (Du C.), y bajo el cual se ocultarían formas vulgares como falòdia o faloggia; inseparable de éstas por el sentido, pero relacionado por la forma con el catalán, es el logud. falordia «banchetto, convito, festino, baldoria» (Spano). Esta última palabra podría ser alteración de la it. baldòria1, puesto que b- puede pasar a f- por una ultracorrección frecuente en este dialecto; pero es forzoso abandonar la idea cuando se conocen las formas alto-italianas e iberorromances. En rigor no sería imposible admitir un étimo doble para aquéllas y para éstas, pero el sufijo es demasiado singular y demasiado difícil de explicar en unas y otras, para que tal supuesto resulte verosímil.

Por otra parte, hay relación evidente, cualquiera que sea su naturaleza, entre falodia ‘hoguera de regocijo’ y el it. falò ‘fuego de poca duración’, que también se ha empleado en el mismo sentido que falodia (véase ej. en Du C.); esta relación fué admitida por G. Serra, en un artículo que no está a mi alcance (Dacorom. V, 457), y por M-L. (REW 6463). Sea que falò venga del gr. ưανóς ‘linterna’, ‘lámpara’, ‘antorcha’ (según admite Rohlfs, EWUG, n.° 2294), o de ưαρóς ‘faro’, con influjo de ưανóς (según parece ser la idea de M-L.), el sufijo -odia quizá sea también de origen griego, comp. las formas citadas por Rohlfs, Tarento fanóyə ‘fuego de señal’, Gargano fanóya ‘llamarada’, ‘fuego de señal’, calabr. fanóyu ‘hombre derrochador’, y quizá el calabr. fasóddia ‘burla’. ¿Se tratará de una extensión de la terminación de palabras como μελƪƌία, Ǧαψƪƌία, τραƔƪƌία? Deberé dejar este extremo a los especializados en el griego bizantino y moderno.

Pero aun si tal extensión no se hubiese producido en griego, palabras como μελƪƌία ‘poesía lírica’, κιȎαρƪƌία ‘canto con cítara’ ύμνƪƌία ‘canto de himnos’, y análogas, a un auditorio romance podían darle la impresión de un sufijo hele-nizante -odia que indicara, sea una fiesta con canciones (μέλƓ), con himnos, etc., sea una noción colectiva, y de cualquiera de las dos maneras se explicaría la formación de un falodia, sea como ‘fiesta’ o como ‘conjunto’ de hogueras. O acaso se trate de un *ưανǠƌεια, abstracto derivado del helenístico ưανǠƌƓς ‘brillante’ (que Sophoclês cita en Galeno).

Sea de ello lo que se quiera, en principio no sería nada inverosímil que un helenismo italiano falodia, al cruzar los Alpes y los Pirineos, hubiera caído bajo el influjo semántico de FALLEREengañar’, y pasando de ‘demostración de regocijo’ a ‘chanza’ y por otra parte a ‘alharaca’, hubiese llegado hasta ‘paparrucha’; ni que el sufijo extraordinario -odia sufriese el influjo del latino -oria2, resultando falòria o la forma de compromiso falordia, y en francés falourde a causa de bourde, balourde, etc.; la forma logudoresa procedería de la alta Italia, pero habría sufrido después el influjo de la forma catalana con r3.

1 Según propusieron Spano y Nigra, con aceptación de Guarnerio (KJRPh. I, 143; VI, 192), y aun de M. L. Wagner, ARom. XX, 352.―

2 Comp. lo ocurrido en catalán con el antiguo desodi ‘discordia’, derivado intensivo de ODIUM, hoy desori ‘desorden, desbarajuste’.―

3 Según el artículo reciente de G. Alessio, RLiR XVIII, 1954, 7-12, falodia y fallogia no son más que latinizaciones del it. dial. faloja ‘hoguera’, y éste provendría del gr. ưλοƔία, plural de ưλοƔίον, diminutivo de ưλóξ -Ɣóς, ‘llama’, propagado tardíamente al romance desde el Hexarcado de Ravena, cuando ya el grupo FL- se había alterado en f- romance. Esta idea me parece convincente, y aun no me parece necesario admitir un cruce con falliva ‘chispa’ para dar cuenta de la anaptixis de a entre F y L, que puede explicarse por lo desusado del grupo FL- en italiano. Entonces faloja pudo cambiarse en faloria, falordia, fuera de Italia, por influjo de historia y del fr. bourde. En cuanto a que el it. falò sea una reducción fonética de faloja, como quiere Alessio, quizá sea ya poco probable, pues (aun admitiendo que tal reducción fuese posible en italiano) esto no nos explicaría el cat. y piam. faró. Más bien podemos creer que falò sea alteración de faró (ưαρóς) bajo el influjo de faloja, que por su parte se cambió en fanoja por la acción de ưανóς.